He leído hoy un artículo en la Vanguardia (edición impresa) que habla sobre la previsible reforma de la gestión de la Educación superior.

Los Rectores han dado la bienvenida a la propuesta del secretario general de Universitats i Recerca, Antoni Castellà, sobre un pacto que aborde el modelo de gobernanza de la Universidad. La Generalitat quiere consensuar un nuevo sistema y presentarlo en Madrid el próximo año.

Los Rectores reconocen que la actual estructura de la universidad y de toma de decisiones es «poco ágil» y les impide adaptarse con rapidez a los cambios que la sociedad reclama. En 2008, las Universidades catalanas ya empezaron a tratar el tema en el libro blanco de la universitat de Cataluña. Rectores como Josep Joan Moreso de la UPF y Ana Ripoll de la UAB, apoyan esta iniciativa. Según Ana Ripoll «tenemos que mejorar algunos puntos débiles: falta de agilidad en la toma de decisiones, poca flexibilidad y capacidad de adaptación debido a la rígida estructura de la universidad española y dificultad para aplicar y seguir las líneas estratégicas de la universidad en todos sus centros y departamentos. El Rector dispone de una capacidad de decisión limitada». También afirma que el sistema de gobierno de la universidad pública se puede mejorar para ser más eficientes y fomentar la excelencia».

En este tema, Europa lleva ventaja, en la parte norte de Europa se tiende a consolidar en la universidad una estructura de gobierno doble, con un Rector que gestiona los asuntos académicos, del día a día, y un consejo de dirección -board- que lleva las riendas económicas y las líneas estratégicas de la institución y la parte sur de Europa donde el gobierno se centra sobre todo en la figura del Rector escogido por sufragio. Ejemplos de esta reforma que se centra en el norte de Europa estarían en los Países Bajos (1997) y Noruega (1996), entre otros. Todos ellos coincidieron en reforzar la autonomía de cada universidad y concentrar las decisiones más importantes en el consejo de dirección con una mayoría clara de representantes externos, así como un rector nombrado -y destituido- por este consejo. En general, se refuerzan también las funciones y la capacidad de decisión de las facultades y sus departamentos. Pero en Europa también existen modelos que se alejan de la gestión gerencial comentada y que apuestan por modelos colegiados (más autonomía, más rendición de cuentas, más pode de decisión, etc….). ¿Hacia dónde tiene que ir España?

Se insiste, pero, en que cualquier cambio de este tipo tiene que ir ligado a una reforma de la financiación de la educación superior, que tenga en cuenta la docencia y la investigación.

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